Historias de vida

La juventud migrante extutelada protagoniza historias de superación continua. Desde que cumplen 18 años comprueban cómo su situación se vuelve más difícil. No es fácil dejar de ser menores para ser tratados como adultos 'inmigrantes'.

Pero su determinación les hace capaces de sortear los obstáculos.

 

Son expertos en resistir y experimentan cada día el significado de la palabra esfuerzo. Conóceles para conocer  mejor la realidad de la juventud migrante extutelada. Aquí están algunas de las historias de los jóvenes migrantes extutelados a los que apoyamos desde la Asociación Marroquí para la Integración de los Inmigrantes.

La perseverancia de Mohamed

Cuando escuchas a Mohamed, piensas que no aparenta los 22 años que tiene. No por su físico, sino por la gran madurez que demuestra en cada palabra. Porque es un ejemplo de lucha, pero también de perseverancia. Cada día se dedica a recorrer las calles de Málaga para entregar su currículum en todos los comercios, negocios y restaurantes que encuentra a su paso. “No tengo permiso de residencia y mi tarjeta de residencia está caducada, pero tampoco puedo rendirme; necesito trabajar, aunque me encuentro en una encrucijada”, reconoce el joven.

 

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La valentía de Jamal

Jamal tiene una mirada transparente. Tanto como él mismo. Y, aunque no es plenamente consciente de ello, también tiene mucha valentía. Con solo 18 años, ya ha sorteado solo varios obstáculos. El primero, cruzar la frontera que separa su ciudad natal, Nador, y Melilla. Permaneció dos años en un centro hacinado de menores, en el que, según cuenta, no se sentía para nada a gusto. Aun así, las mayores trabas aparecieron cuando cumplió la mayoría y, a los ojos del Estado, dejó de ser un menor para pasar a ser un extutelado. 

 

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El empeño imparable de Souleiman

Souleiman, de 19 años, ya pensaba seriamente en su futuro a los 15. A diferencia de muchos adolescentes de esa edad, su preocupación iba mucho más lejos de aprobar el instituto con buenas notas. De ahí que durante las vacaciones escolares pasase tres meses trabajando como albañil en su ciudad (Nador) y después de conseguir unos ahorros y algo de dinero para su familia, decidiera emprender la 'aventura del sueño europeo'. Una aventura que, en realidad, se torna en un laberinto de obstáculos desde el momento que abandona el hogar familiar.

 

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Más oportunidades para Mohamed y Abdelilah

Llegaron a España siendo adolescentes y hoy están más cerca de ver cumplidos los sueños que les hicieron embarcarse en una patera desde Marruecos. Después de un año, Mohamed y Abdelilah se marchan del piso que gestionamos en la Asociación Marroquí para la Integración de los Inmigrantes en el centro de Málaga, que se enmarca en el proyecto Cobijando Sueños. Un tiempo en el que han recibido apoyo integral de la entidad, en el que se han solventado los problemas relacionados con sus permisos de residencia y en el que han continuado formándose y madurando como personas.

 

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"Me están ayudando con el piso y los papeles"

Mohamed tiene unos ojos verdes inmensos y, aunque parece tímido, es un joven de 18 años y sonrisa fácil. Siendo muy pequeño ya soñaba con llegar a Europa, aunque aquí está comprobando que las cosas no son tan idílicas como en sus pensamientos: "Yo veía España en la televisión y todo era bonito". Aunque no se arrepiente de haber venido, sabe que tiene que trabajar mucho para ver cumplidas las expectativas que le hicieron marcharse de Marruecos en una lancha. No está solo: "La Asociación Marroquí me ayuda con el piso y los papeles".

 

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La determinación de Ahmed: de la patera al instituto

Ahmed tiene 19 años y es uno de los jóvenes que están acogidos en el piso de Málaga de la Asociación Marroquí, donde vive desde hace cinco meses. Tiene una sonrisa tímida, pero pocas veces la pierde. No la borra cuando habla de lo mucho que le gusta el fútbol o de las notas que está sacando en el instituto, donde cursa 4º de Educación Secundaria para Adultos. "Saco siete, ocho...", dice. Tampoco desaparece cuando cuenta cómo ha sido hasta ahora parte de su periplo migratorio: "Vine a Málaga sin conocer a nadie, pero ahora estoy contento".

 

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Los deseos de Oussama: estudiar derecho y tener papeles

Cuando Oussama cierra los ojos se imagina a sí mismo recorriendo los pasillos de la Facultad de Derecho, tomando apuntes, haciendo amigos y aprobando los exámenes. “Se me da bien estudiar y me encantaría aprender las leyes”, cuenta este joven, procedente de Tetuán. A sus 19 años, le gusta fantasear con la idea de ir a la universidad en un futuro no muy lejano. “Acabé bachillerato en Marruecos y siempre he sacado buenas notas”, presume.

 

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Los cortes de Dunia, una joven extutelada

Una de las primeras cosas que llama la atención sobre Dunia es su risa. Es alocada, incontrolada y se contagia con extrema facilidad. Tiene 18 años y llegó a Málaga hace apenas tres meses. Antes de que cumpliera la mayoría, estuvo dos años acogida en un centro de menores de Melilla. Entonces, soñaba con el momento en el que recibiera su tarjeta de residencia. Con el momento de dar el salto a la península. Dunia cruzó sola la frontera siendo niña, creyendo que así podría ayudar a su familia en un futuro.

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"Ya solo me preocupa arreglar mi documentación"

Risueño y confiado. Son dos palabras que describen a la perfección el carácter de Abdeslam (nombre ficticio). Tiene 18 años y es uno de los jóvenes marroquíes que reciben el apoyo de la Asociación Marroquí para la Integración de Inmigrantes. “Conocí la asociación a través de otra persona y me ha ayudado mucho con muchas cosas: con el piso, con los estudios, con la documentación… Nuestro educador, Javi, nos cuida mucho”, cuenta este joven.

 

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